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miércoles, 7 de septiembre de 2011

ESTUDIO BIBLICO




¿Cómo maneja sus preocupaciones?


La discusión inició por algo trivial. Él mismo no esperaba un desenlace así, pero Laura terminó arrojándole la puerta en la cara. "No quiero saber más de ti", le gritó, fuera de casillas. Lo lamentó. Muchísimo. Se llevaban bien, hasta ese momento.

En la soledad de su habitación analizó la situación con detenimiento. Amaba a su esposa. Era alguien muy especial. Comprendió que no podía dejar que el momento lo arrastrara. Además, una luz iluminó su análisis de aquél conflicto: Laura estaba llena de trabajo, las preocupaciones llovían por doquier, y encima, ella no quería aceptar que debía descansar.

Había llegado al extremo de llevar trabajo a casa. Algo inconcebible pero a la vez recurrente.

Horas después dialogaron. La joven estaba dispuesta a escucharle.

--No debes seguir llenándote tanto de trabajo. Saca tiempo para ti. Te mueres y nadie reconocerá tus esfuerzos--, le dijo.

Ella asintió entre lágrimas. Reconocía su error. También, que aquél podía ser el comienzo de un nuevo estilo de vida para los dos.

A kilómetros de distancia, en una importante capital, una joven mujer se arrojaba desde el sexto piso de un edificio. Además de hermosa y exitosa, tenía agenciado un futuro estable a nivel financiero.

--A Raquel Sofía la mataron las preocupaciones—explicó uno de sus amigos--. Llegó al punto en que no salía de su tristeza. No hacía otra cosa que mantenerse encerrada en el cuarto--.

Dos escenarios con un común denominador: las preocupaciones y las trágicas consecuencias que puede arrastrar consigo.

Es esencial que aprendamos a manejar factores que llevan al desespero, y hoy lo invito para que lo hagamos consultando la ciencia, pero también el libro que guarda todas las respuestas a nuestras inquietudes e interrogantes: la Biblia.

Un camino a la destrucción

Una vida plagada de preocupaciones, termina yéndose al abismo de la depresión y la auto destrucción. Es un aspecto en el que coinciden por igual sicólogos, teólogos y quienes trabajan las dinámicas sociales y estudian un fenómeno cada vez más creciente y a la vez preocupante: el aumento de muertes a temprana edad.

Cuando no se tiene un adecuada manejo de los factores desencadenantes de preocupación, vienen las intermitencias en el estado de ánimo, fluctuaciones que llevan a depresión y en cuestión de horas, a una aparente normalidad para precipitarse de nuevo a la angustia, en una interminable montaña rusa emocional.

Es frecuente que la persona pierda todo deseo de vivir y le acompañe la falta de entusiasmo en todo cuanto hace. Su desbalance emocional está asociado a patologías como trastornos gástricos y problemas cardiovasculares, que le tornan propenso a un infarto al miocardio.

Quien cae en las depresiones, producto de su estrés, se auto flagela, se echa la culpa de todo cuanto ocurre alrededor, experimenta baja autoestima y minimiza sus propias capacidades para vencer situaciones adversas.

Su desestímulo frente a la vida le torna proclive a las enfermedades. Se produce, por ejemplo, un aglutinamiento de las plaquetas que favorecen la obstrucción de las arterias al tiempo que se incrementan las sustancias químicas que llevan a la obstrucción de las arterias.

Preocupado y con el ánimo por el suelo

Los especialistas Ulrich Orth y Richard Robins, de la Universidad de California, no descartan la delgada línea que separa las preocupaciones de las depresiones y su incidencia entre otros factores, en una baja autoestima.

De acuerdo con la forma como se manejen las circunstancias de la vida, se produce una incidencia en baja morbilidad (enfermedades) así como mayores expectativas de longevidad. El período crítico se produce alrededor de los sesenta años de vida. "La autoestima decrece con los años", aseguran estos investigadores que ven con inquietud como se disminuyen las posibilidades para que muchas personas puedan vivir más. "Todo depende de la forma como vivenciamos todo cuanto nos ocurre", señala el doctor Ulrich Orth.

Tras un estudio a 3.617 norteamericanos entre los 25 y 40 años por espacio de seis años, concluyeron que es de suma importancia aprender a manejar las presiones externas del individuo. En su criterio, los conceptos de éxito y realización son muy personales, y no pueden ser influidos por la sociedad que rodea a cada quien. Esa determinación personal de no dejarse arrastrar por la corriente es esencial para alcanzar la felicidad. Y debe ser algo que se cultiva, no producto del período de crisis únicamente.

"Tenemos que prepararnos para manejar las depresiones, las preocupaciones y los momentos difíciles", aseguran los investigadores. En su opinión, cuando atravesamos difíciles desiertos es esencial que hagamos un alto en el camino, realicemos un auto examen y tratemos de identificar qué produjo esa situación.

Otro aspecto es el manejo de la autoestima. Recordemos que la sicología la define como la percepción que tenemos de nosotros mismos. Y si nuestra imagen propia es satisfactoria, nos alentará a seguir adelante, por encima de la adversidad; a trazarnos cada vez nuevas metas y retos y a mantener una sensación de entusiasmo y confianza, aunque el panorama luzca ensombrecido.

Recomendaciones desde la sociedad

Las preocupaciones llevan a un estado de crisis, que puede tornarse recurrente. Así lo comprobó la periodista española, Beatriz Goyoaga, quien se convirtió en empresaria y desde su agencia de prensa alimentaba páginas de catorce periódicos del mundo, y alcanzó un alto nivel de prestigio y popularidad por entrevistar personajes de talla internacional.

Pese a su éxito, se mantenía bajo el dominio del estrés, con nudos en el cuello, permanente sobresalto, herpes, insomnio y enfermedades sin aparente explicación. Fue entonces que decidió hacer un alto en el camino y reorientar su existencia. Hoy asesora ejecutivos y personas sumamente ocupadas sobre estrategias para superar las preocupaciones.

Al ser interrogada sobre cuáles son los factores conducentes a un manejo apropiado del estrés, lo sintetiza en cuatro aspectos:

a. Reconocer que el estrés lo alimentamos nosotros y que cada quien determina si acepta o no las presiones externas. Cada uno debe orientarse al cambio o terminará en una tumba antes de tiempo. Es fundamental hacer un alto en el camino.

b. Limpiar la mente de pensamientos derrotistas y todo aquello que genera inestabilidad. No permitir que nos embarguen pensamientos que llevan a preocuparnos.

c. Sacar tiempo para descansar. Descansar, en criterio de la profesional, es no tener ninguna actividad intelectual, en otras palabras, hacer nada.

d. Bajo estrés, haga un alto en el camino. No deje que la situación llegue a ser insostenible hasta el punto de explotar. Desconéctese del teléfono, el computador, de sus tareas. Hágalo como mínimo por tres minutos. Es un paso para dominar la carga de preocupaciones y liberarse más fácilmente.

e. Disfrute las cosas sencillas. Dios creó el universo para que lo disfrute, y para que lo haga a plenitud. Compartir con la familia, leer un buen libro, escuchar un tema musical agradable, y sacarle jugo a cualquier situación por adversa que parezca, resultan de mucha ayuda.

f. Dormir hasta sentir verdadero descanso. No traer a la mente las preocupaciones. No debemos olvidar que el último pensamiento que nos llevamos a la cama, es con el primero con el que generalmente nos despertamos. Además, puede producirle trastornos con el sueño.

Estas son algunas sugerencias que pueden ayudar, pero lo invito a continuación para que volvamos nuestra mirada a las recomendaciones de dios para el manejo de las preocupaciones y que podemos hallar en las Escrituras.

1. No permita que las preocupaciones gobiernen sus pensamientos

Somos usted y yo quienes permitimos que las preocupaciones nos gobiernen. Si bien es cierto hay presiones externas que terminan afectándonos, somos usted y yo quien decidimos qué dejamos que nos afecte. El patriarca Job lo expresó en términos sencillos cuando escribió: "Y aunque las penas no brotan del suelo, ni los sufrimientos provienen de la tierra, con todo, el hombre nace para sufrir, tan cierto como que las chispas vuelan."(Job 5.6, 7. Nueva Versión Internacional).

Téngalo presente: nadie más que nosotros dimensionamos las cosas, incluso los problemas, y le damos en muchas ocasiones el valor que realmente no tienen. El propósito de Dios no es que vivamos bajo el dominio del estrés y la amargura, sino que disfrutemos plenamente la vida que Él tiene para nosotros. El Señor Jesús lo enseñó claramente al decir: "El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia."(Juan 10.10, Nueva Versión Internacional) Pese a ello, como el mismo Salvador lo expresó, pese a la vida abundante que nos ofrece Dios, preferimos enfrascarnos en los laberintos y dificultades en las que quiere sumirnos nuestro Adversario espiritual, Satanás: "Sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida."(Juan 5.40, Nueva Versión Internacional)

Sólo cuando vamos a Jesucristo, cuando nos rendimos a Él, podemos decir que vivimos plenamente. Aquí cabe recordar lo que plantea el especialista en las Escrituras, J. Lyle Story: "La línea está claramente trazada: Por un lado está Dios ofreciendo bondad, vida y mucho de lo que es necesario para la vida; y por el otro, el enemigo de nuestras almas, que viene a privarnos de las bendiciones de Dios, a oprimir nuestros cuerpos por medio de la enfermedad y los accidentes, y a destruir todo aquello que amamos y apreciamos. El plan de Dios desde el principio fue enriquecer y hacer prosperar al ser humano."Story, J. Lyle. Biblia Plenitud. Grupo Nelson. 2008. Pg. 1359, 1360)

2. Aprenda a descansar en medio del trajín

Una de las enfermedades modernas es la adicción al trabajo. Los especialistas coinciden en señalar que es el producto de no saber controlarse y, de otro lado, generar dependencia alrededor de las ocupaciones. Esos elementos son esenciales para desencadenar el trastorno adictivo. Cualquier conducta, ya sea normal o placentera, es susceptible de adicción. Las conductas adictivas están controladas en un principio por reforzadores positivos, pero después terminan por ser controladas por reforzadores negativos.

Hay varios tipos de compulsivos y adictos a trabajar: el ambicioso, el competitivo, y el obsesivo. En los tres casos hay un común divisor: una lucha excesiva y relativamente crónica para conseguir un número ilimitado de logros en el menor tiempo posible. Generalmente son personas perfeccionistas a lo que se asocia el hecho de que quieren resultados de una manera inmediata.

¿Se encuentra identificado con esta situación? Probablemente sí. En caso tal, reciba el consejo del rey Salomón quien se pregunta: "Pues, ¿qué gana el hombre con todos sus esfuerzos y con tanto preocuparse y afanarse bajo el sol? Todos sus días están plagados de sufrimientos y tareas frustrantes, y ni siquiera de noche descansa su mente. ¡Y también esto es absurdo!"(Eclesiastés 2.22, 23. Nueva Versión Internacional)

Nuestro amado Padre celestial descansó el séptimo día, después de seis arduos días en los que creó cielos y tierra. Igual, el Señor Jesús sacaba tiempo para descansar junto con sus apóstoles. ¿Por qué no habríamos usted y yo de descansar?

Defina un determinado número de horas para realizar sus trabajos y, de regreso a casa, debe lo que está pendiente en la oficina. Llevar trabajo a su hogar no contribuye más que elevar el nivel de preocupaciones que minan su vida y lo llevan a la destrucción.

3. No permita que los afanes le roben las bendiciones de Dios

Al referir la parábola del Sembrador, el Señor Jesús enfatizó en lo perjudicial de permitir que las preocupaciones gobiernen nuestra existencia. Son altamente nocivas e impiden que vivamos a plenitud.

En la enseñanza, el amado Salvador dijo: "Otros son como lo sembrado entre espinos: oyen la palabra, pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que ésta no llega a dar fruto."(Marcos 4.18, 19. Nueva Versión Internacional)

¿Ha visto millares de hombres y mujeres que se agolpan en los paraderos de buses, en la mañana o al terminar su jornada? Otros van de un lado hacia otro, mirando con insistencia y desesperación su reloj. El tiempo los acosa. Se constituye en un enemigo que les sigue a todas partes como una sombra. Piense por un instante que los afanes no deben ocupar un lugar relevante en nuestro ser. La decisión de desechar la influencia negativa que ejercen en su vida, es suya y nada más que suya.

4. La mundanalidad está ligada a las preocupaciones

Un principio que debe orientar la vida del cristiano, es descansar en el Señor Jesús (Mateo 11.28). Si nos dejamos agobiar por las preocupaciones, tácitamente estamos desconociendo a un Dios amoroso que quiere lo mejor para nosotros.

Preocuparnos está estrechamente ligado con la mundanalidad, es decir, con dejarnos mover por los parámetros que dominan la sociedad sin Cristo. Al respecto nuestro Redentor dijo: "Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. De otra manera, aquel día caerá de improviso sobre ustedes."(Lucas 21:34, Nueva Versión Internacional)

¿Qué hacer cuando las preocupaciones quieran tocar a nuestra puerta para anidar en el corazón? Volver la mirada Cristo. Él quiere ayudarle a salir adelante y vivir en victoria. La decisión, sin embargo, es suya y solamente suya.

5. Aprenda a confiar plenamente en Dios

Viva el hoy, el presente, pero para Cristo, no para alimentar preocupaciones por un mañana que no sabemos si vendrá. Reflexione por un instante cuántos buenos momentos no hemos empañado de amargura por darle cabida a las preocupaciones, y más de asuntos que jamás llegan a presentarse.

El consejo sabio de nuestro amado Salvador Jesucristo, fue desarrollar plena confianza en Dios. Él instruyó: "Luego dijo Jesús a sus discípulos: —Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, con qué se vestirán. La vida tiene más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa."(Lucas 12.22, 23. Nueva Versión Internacional)

La expresión que utiliza Jesús el Señor es enfática: No se preocupen. Deja bajo nuestra responsabilidad que nos preocupemos o no, y de paso, es contundente al abrir las puertas para recomendarnos que descansemos en Dios y confiemos en Su provisión, cuidado y acompañamiento siempre (Cf. Salmo 36:9).

La solución está en confiar en Dios. Cualquiera sea la situación que enfrentemos, es menester que depositemos todas nuestras preocupaciones en Él. Sabe cómo darnos descanso y traer solución a nuestros problemas.

Es tiempo de recibir a Cristo en su corazón

El paso más grande para avanzar hacia el perdón, radica en recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de nuestras vidas. Puede hacerlo ahora mismo, con solo decirle: "Señor Jesucristo, reconozco que he pecado. Gracias por perdonarme y permitirme perdonar, mediante la fuerza de tu Espíritu Santo. Hoy te recibo en mi corazón como su único y suficiente Salvador. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Inscríbeme en el Libro de la Vida. Amén"

Si hizo esta oración, lo felicito. Su existencia será renovada. Comienza hoy un nuevo capítulo en su existencia. Ahora tengo tres recomendaciones:

1. Lea la Biblia. Es un libro maravilloso en el que aprenderá principios que le llevarán al crecimiento personal y espiritual.

2. Ore cada día. Orar es hablar con Dios. Nos permite tener intimidad con Él.