BIENVENIDOS Y BENDICIONES

miércoles, 7 de septiembre de 2011

ESTUDIO BIBLICO




Fortalézcase en Dios y resista a Satanás


Orlando estaba disfrutando de una enorme jarra con limonada a orillas del mar pacífico, arrullado por el rumor de las olas y la fresca brisa que bañaba la playa, mientras que a cientos de kilómetros de distancia, un pirata informático dejaba sin un peso su cuenta bancaria.

La tarde era de ensueño. "Como cuando era niño y me escapaba a nadar en la bahía", rememoró mientras su rostro dibujaba una plácida sonrisa. Ignoraba el ataque del que era víctima en esos instantes y que lo dejaría virtualmente en la ruina.

En la oscura oficina desde la cual estaba haciendo su trabajo, el asaltante no quitaba su mirada del monitor. El resplandor iluminaba su rostro dándole una tonalidad azulada. "Vamos… Funciona. No te vayas a caer. Apúrate". Hablaba febrilmente, como si el sistema de banda ancha fuera un adolescente travieso que en cualquier momento pudiera dejarlo desconectado de la Internet.

Sólo al día siguiente y cuando por curiosidad consultó vía on line su estracto, Orlando comprobó que había sido blanco de un asalto informático, y que en cuestión de horas o quiza de minutos, le había desocupado su cuenta bancaria de ochenta mil dólares. ¡Una cantidad significativa, fruto de su trabajo de seis años como importador y comercializador de equipos portátiles de cómputo!

Un ataque silencioso, certero, demoledor. El empresario no salía de su consternación. Daba vueltas en la habitación, como león en una jaula. "No puede ser. ¡Dios mío! Esto es una pesadilla. ¿Qué voy a hacer ahora?", se repetía.

Los investigadores de delitos informáticos le confirmaron que este tipo de artimañas registran un inusitado crecimiento en los últimos cinco años. La compañía Google advirtió hace algún tiempo sobre los ataques recibidos por parte de piratas de la red desde China.

El director Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, Dennis Blair declaró a comienzos del 2010 que los ataques cibernéticos, además de encontrarse en escala ascendente, son cada vez más sofisticados y—para preocupación de las propias autoridades--, logran evadir muchos de los controles. A su turno el Asesor en la Lucha contra el Terrorismo, John Brennan, advirtió que el pueblo norteamericano encara serias amenazas por ataques cibernéticos, que ponen en peligro incluso la seguridad nacional.

En declaraciones a la Cadena NBC aseguró que los piratas de la red son cada vez más ingeniosos y toman por sorpresa a sus víctimas.

La noticia me inquietó como sin duda a usted también. A pesar de los enormes avances tecnológicos, no estamos seguros en ninguna parte. Ahora le invito para que traslademos esta inquietud al ámbito espiritual.

El apóstol escribió en el primer siglo una recomendación que sigue vigente para nosotros hoy: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar..." (1 Pedro 5.8).

A su turno el autor sagrado salió al paso para señalar que es menester mantenernos alerta y actuar "... para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones" (2 Corintios 2:11). Sobre este particular, el comentarista de la Biblia de Estudio de la Vida Plena, publicado por Editorial Vida, anota: "Una de las principales defensas del creyente contra los ataques de Satanás es estar conciente de los continuos esfuerzos del enemigo por aventajarlo y alejarlo de la devoción a Cristo".

La analogía con los piratas de la red es apropiada porque Satanás nos ataca constantemente y de muchas maneras, y es necesario "Estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:11, 12).

Téngalo presente siempre: nuestro adversario espiritual no descansa. Sus ataques son continuos. Día y noche concibe planes para destruir a los cristianos.

Hay dos aspectos que le motivan principalmente: Generarnos inseguridad en torno al hecho de que somos salvos por la obra redentora del Señor Jesucristo en la cruz, y la segunda, afectar nuestro testimonio de vida.

La Nueva Era, la gran imitación

Satanás es un gran engañador. No en vano dijo de él nuestro amado Señor Jesús: "El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir…" (Juan 10:10 a. Nueva Versión Internacional) Su propósito indeclinable es acabar con el género humano, la máxima creación de Dios.

Cuando Dios comisionó a Moisés para que se presentara ante Faraón con el encargo de pedir que dejara ir a Israel para adorar en el desierto "…Aarón arrojó su vara delante del faraón y de sus nobles, y la vara se transformó en una enorme serpiente. Entonces el faraón llamó a los magos y a los hechiceros, y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos, porque cada uno arrojó su vara delante del faraón, y éstas se transformaron en serpientes enormes; pero la vara de Aarón se tragó las varas de ellos"(Éxodo 7:10-12. Versión Aramea Peshita)

Algo similar ocurre hoy día: el diablo se vale de toda suerte de engaños. A través de la Nueva Era con toda su amalgama de variables, convence a millares de hombres y mujeres.

Hace pocos días invite a unos amigos a una taza con café en un lugar cercano a mi oficina. Aunque era más cómodo para ellos, se negaron a ubicarse de espaldas a la puerta de ingreso. "No es de buena suerte según el Feng Shui", explicó uno de ellos. Se movían y tomaban decisiones siendo muy cuidadosos de no ir en contravía de los postulados de las filosofías orientales. Y me pregunto, como sin duda lo hace ahora mismo usted: ¿En qué momento Satanás cegó el entendimiento de tal manera a la humanidad?

Incluso aquellos que posan de hacer milagros o demuestran gran elocuencia en sus conferencias de motivación, deben estar bajo nuestra mirada cuidadosa. ¡Pueden ser agentes diabólicos procurando extraviar al pueblo de Dios!(Cf. 2 Corintios 11.3)

Recuérdelo siempre: usted y yo estamos en continua guerra contra nuestro adversario espiritual; y es menester que tomemos nota de la recomendación del apóstol Pablo: "Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, tinieblas, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales" (Efesios 6:11, 12. Nueva Versión Internacional).

En nuestra condición de creyentes, de solados de Jesucristo, no podemos estar al margen de esta conmoción de carácter universal. Satanás está vencido, pero aún así, aprovechando la ignorancia de millares, ataca a los cristianos poniendo tropiezo en su camino. ¡No podemos quedarnos quietos mientras alrededor nuestro, en la dimensión espiritual, se desatan grandes confrontaciones!

Los múltiples ataques de Satanás

Si algo caracteriza a nuestro adversario espiritual, Satanás, es su capacidad de desplegar ataques dirigidos específicamente contra ciertas áreas de la persona.

En la segunda carta a los creyentes de Corinto, el apóstol Pablo se refirió a "… un mensajero de Satanás, para que me atormentara…" Cuando él clamó al Señor sobre este asunto, Dios le dijo "…te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca en mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones, y dificultades que sufro por Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Corintios 12:7-10, Nueva Versión Internacional)

Preguntémonos por un instante, ¿de dónde provienen los insultos, privaciones, persecuciones y el conjunto de circunstancias adversas que describe Pablo? Pues del propio adversario, por supuesto. Él conoce nuestras debilidades y procura arrinconarnos para producir una caída espiritual. Por esa razón, el propio Pablo insiste en la necesidad de fortalecernos en Cristo. No en nuestras fuerzas sino en las que vienen de Él, nuestro amado Salvador. Y es posible cuando tenemos una vida íntima de oración.

Es cierto que por momentos queremos renunciar, nos agobia el desánimo, y si pudiéramos, daríamos al traste con todo. Cuando atravesamos períodos así, resulta urgente e ineludible que volvamos la mirada del Salvador, prendidos de Su mano, siempre en oración.

Es fundamental que clamemos y no dejemos de hacerlo, tal como recomendó el apóstol Pablo a Timoteo: "Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús" (2 Timoteo 2:1, Nueva Versión Internacional), y también: "Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos" (1 Timoteo 2:1, Nueva Versión Internacional)

La batalla es muy fuerte. No podemos dar tregua. Satanás está vencido, y usted y yo, apropiándonos de la autoridad que tenemos en Cristo (cf. Marcos 16:17, 18), tenemos que hacerle frente, resistirle y echarlo fuera. Recuerde que tenemos asegurada la victoria.

Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirme: